De nuevo Marruecos.
Nunca un viaje al mismo sitio es el mismo. Heráclito o quién quiera hablar.
Volvemos al germen del descubrimiento; al aleph bajo nuestra cama. Qué distinto
es ahora todo.
Laberíntico, como
nuestro destino, así se nos presenta la Medina. Llena de vida, juguetona,
insistente en dejarse ver, en mostrarse como lo que es, llena de sombras y
recovecos. Demostrando lo digno que resulta la desvergüenza cuando se hace
lícita, incidiendo en la necesidad de lo humano como negocio.
Plaza Jamaa el Fna;
qué diría Sísifo frente a la asfixia de la mercantilización de lo humano y lo
divino. Estás en la Plaza donde se comercializa la curiosidad.
Nos siguen aguadores ataviados de faldas multicolores y sombreros cómicos que exceden cualquier diámetro sometido a la lógica de la comodidad y la decencia occidental. Encantadores de serpientes que alteran sus ardides hipnóticos pasando del reptil al humano mediante persuasiones prosaicas, domadores de macacos que se alimentan de la mofa, conductores de calesas imponiendo su ley bajo el peso del látigo, vendedores de cuero, de babuchas, de especias, de lámparas, de cuscús, de velos y túnicas de olor a azafrán. Se vende todo, aquí, en la ciudad del trajín mercantil y la menudencia. Se vende desequilibrio en el zoco; no tiene pérdida.
Aquel apoltronado,
que ni conoce camino ni quisiera recorrerlo. Nada bueno podrá sacar de
Marrakech.
Conocí a un hombre,
nos cuentan en Jamaa el Fna, que cayó por la cascada del lago Victoria. Tan
profunda era, que cruzaba el mundo. Tanto tardó aquel hombre el caer, que
cuando quiso darse cuenta, en pleno vuelo, había ya muerto de hambre.
No mires jamás a
los ojos de las ancianas vendedoras de especias mágicas, ni a los de los niños
que te conducen por dos dirhams por las calles de la Medina, ni a los de los vendedores
de zumo de naranja, ni al hombre tronco, ni a los malabaristas sin cerebelo, ni
a los renacuajos boxeadores, ni a las viudas vendedoras de huevos. No mires a
los ojos de la gente.
Ojos abiertos, en
canal.
Entrar en la plaza y respirar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario