miércoles, 6 de febrero de 2013

Esperando al milagro. Lisboa, julio 2008







Esperando el milagro. Lisboa, julio de 2008

A las dos sobre mi alma, el martes frente a la luna.Toda tu piedra, en el corazón de quien contempla. Toda tu piedra, materia del monumento a la sinceridad. La piedra que forma tu coraza, que ablanda el desarrollo y ancla la caricia. Lisboa.

Lisboa es saudade al pisarla, es tristeza al darle la espalda. Adoquín que recubre el salitre y cerámica mellada por la humedad decadente de la historia y su peso. Paseo sin rumbo, deriva situacionista, intención de nunca ser descubierto.

Lisboa es el llanto aprehensible, el quejido barrial, la esperanza de que el crecimiento no tiene porque transformar las personalidades.

Lisboa es el trayecto sin destino, el viaje, el continente de un incontenible contenido. El guiño al estómago.

Existió una calle, y en ella un edificio y en su interior cuatro paredes que no eran necesarias, y sobre ellas todos los colores en jirones de papel y luminiscencias ,y como puntales las notas de una música que permite confiar en el ser humano, en el último ser humano, y traducir la honestidad en un idioma comprensible, y cruzar por el medio de la proyección inventada por la congestión de las máquinas y la luz en las ventanas.

Waiting for Leonard. A la espera, no sé si del milagro. Reyerta, persecución, cacos y policías, bronca en los restuarantes por retrasos. Dónde están los baños, y el bacalao a la brasa, dónde. La gente nos pisa, inquieta, justo cuando la paciencia no sobra en Alges. Nos jugamos la vida bajo los cascos de la desorientación ecléctica.

Qué decir frente al prestidigitador de las emociones.

A veces odas, a veces proyectos imposibles. Surgen desde el Atlábtico, emparedado entre arena y Sol, mil proyectos matutinos. Novelas y obras de teatro…Viajes.

También vale, de día, subirse a un ferry con dirección a Barreiro, no se sabe muy bien porqué, o a ninguna parte. Suburbios obreros reconvertidos a barrios residenciales a golpe de ladrillo visto y dique y rotondas y andenes y plazas de aparcamiento vacías. Zonas de asueto que miran con soslayo el rojo en el calendario laboral.

Y de nuevo la noche y el fantasma y el punto y seguido y si la abuela fuma.

Hasta siempre Leonard. Hasta mañana Lisboa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario