Esperando el milagro. Lisboa, julio de 2008
A las dos sobre mi alma, el martes frente a la luna.Toda tu
piedra, en el corazón de quien contempla. Toda tu piedra, materia del monumento
a la sinceridad. La piedra que forma tu coraza, que ablanda el desarrollo y
ancla la caricia. Lisboa.
Lisboa es saudade al pisarla, es tristeza al darle la
espalda. Adoquín que recubre el salitre y cerámica mellada por la humedad
decadente de la historia y su peso. Paseo sin rumbo, deriva situacionista,
intención de nunca ser descubierto.
Lisboa es el llanto aprehensible, el quejido barrial, la
esperanza de que el crecimiento no tiene porque transformar las personalidades.
Lisboa es el trayecto sin destino, el viaje, el continente
de un incontenible contenido. El guiño al estómago.
Existió una calle, y en ella un edificio y en su interior
cuatro paredes que no eran necesarias, y sobre ellas todos los colores en
jirones de papel y luminiscencias ,y como puntales las notas de una música que
permite confiar en el ser humano, en el último ser humano, y traducir la
honestidad en un idioma comprensible, y cruzar por el medio de la proyección
inventada por la congestión de las máquinas y la luz en las ventanas.
Waiting for Leonard. A la espera, no sé si del milagro.
Reyerta, persecución, cacos y policías, bronca en los restuarantes por
retrasos. Dónde están los baños, y el bacalao a la brasa, dónde. La gente nos
pisa, inquieta, justo cuando la paciencia no sobra en Alges. Nos jugamos la
vida bajo los cascos de la desorientación ecléctica.
Qué decir frente al prestidigitador de las emociones.
A veces odas, a veces proyectos imposibles. Surgen desde el
Atlábtico, emparedado entre arena y Sol, mil proyectos matutinos. Novelas y
obras de teatro…Viajes.
También vale, de día, subirse a un ferry con dirección a
Barreiro, no se sabe muy bien porqué, o a ninguna parte. Suburbios obreros
reconvertidos a barrios residenciales a golpe de ladrillo visto y dique y
rotondas y andenes y plazas de aparcamiento vacías. Zonas de asueto que miran con
soslayo el rojo en el calendario laboral.
Y de nuevo la noche y el fantasma y el punto y seguido y si
la abuela fuma.
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