domingo, 18 de enero de 2015

Ventrílocuos, 2007 (cortometraje)

 
VENTRÍLOCUOS



SINOPSIS

Una pareja charla en la mesa de un bar sobre Marx y cierta contradicción en su teoría sobre la plusvalía, mientras se echan en cara detalles de su pasado y el actual estado de deterioro de su relación.
En el punto álgido de la discusión suena el teléfono móvil, Él se levanta dejando sola a Ella en la mesa mientras la cámara se aleja hasta encontrarse con el perfil de otra pareja, quienes realmente eran los que simulaban con sus voces la conversación que se ha escuchado. Antes de finalizar vuelven a analizar a los clientes del bar, y deciden simular una nueva conversación con una pareja distinta, ésta más frívola y distendida.




DESARROLLO

La cámara realiza un travelling por el interior de un bar, observando los clientes que en esos momentos ocupan sus mesas, centrándose apenas unos segundos en ellos (un individuo solo leyendo, tres jóvenes charlando animadamente, una muchacha con unos apuntes encima de la mesa y estudiando, hasta que enfoca a una pareja –Él/Ella-).
Suena sonido ambiente de bar.
Al mismo tiempo se intercalan los créditos (ABUABALRÁS PRODUCCIONES presenta a / sucesión de nombres de actores).
En el momento de localizar la pareja, la cámara se centra en ellos y se acerca hasta enfocar en un plano medio a ambos. Ella mira hacia un lado buscando al camarero, y Él juguetea con el móvil, no están hablando aún.
Vestuario de la pareja hippie/moderno.
Cuando la cámara se queda estática enfocando a ambos, Ella se le queda mirando mientras Él sigue abstraído con el teléfono, y Ella comienza a hablar.

ELLA

¿Recuerdas la teoría sobre la plusvalía?

La cámara enfoca en primer plano la cara de él, que levanta los ojos y la mira extrañado, deja pasar un segundo.

ÉL

¿Cómo?

La cámara empieza a jugar intercalando primeros planos de gestos faciales, corporales, miradas, muecas, objetos sobre la mesa, mientras se sigue desarrollando la conversación.

ELLA

Sí, bueno, si recuerdas, más o menos, la Teoría sobre la plusvalía marxista que venía en El Capital.

ÉL

¿La teoría marxista sobre la plusvalía? (..) ¿El Capital? ¿Pero qué coño dices?

Tono de extrañeza casi irónica e incluso despectiva en la última pregunta.

ELLA

Bueno, bueno, que no pasa nada, tranquilo, ¡joder, El Capital! era por si lo recordabas, aunque si prefieres me callo, saco un libro y mientras tú le sigues mandando mensajitos de esos a tu recua de amantes, que no pasa nada.

Ella baja la cabeza, y se hace la ultrajada, y vuelve a mirar alrededor. Él la mira fijamente.

ÉL

                        Joooder (resople), pero a qué viene esto, por favor.

Cara de desesperación, y negación con la cabeza.

ELLA

Nada, no viene a nada, sólo te pregunto si recuerdas la puta teoría marxista sobre la plusvalía.

Cierta agresividad.

ÉL

Pues no, no me acuerdo, yo que sé de lo que estás hablando, pero ¿por qué?

ELLA

No, por nada, simplemente es que me ha venido a la cabeza, no sé por qué; quizás es porque (…) humm, no sé, he asociado cierto aspecto de la teoría marxista con nuestra relación (Tono alegre, intercalando sonrisas), o más bien he vinculado tu comportamiento con cierta contradicción que en su día hallé en la teoría marxista, nada más.

ÉL

A ver, a ver, a ver, quieres decir que has asociado El Capital, la plusvalía absoluta, o relativa, o la que sea y a Marx con mi comportamiento, así (risita) ni más ni menos.
ELLA

Sí, lo puedes decir así si quieres.

ÉL

Y a ver, por qué, dímelo anda, quizás por la barba, por ser pruso, por ser judío, o quizás porque me follo a las sirvientas y le empaqueto los hijos a Engels, dime anda, ¿es eso lo que has asociado?

Tono irónico que acaba en agresivo.

ELLA

Ah, pues mira, no, no había pensado en ello, pero la verdad es que es algo que también os une, qué curioso, parece que no te paran de surgir vínculos con Marx, ¿eh? Uhmmm, qué orgulloso debes estar pareciéndote al maestro ¿verdad?

Tono malévolo, maquiavélico.

ÉL

Sííí, claaro, tan orgulloso yo como tú graciosa, me da la risa contigo. Además, ¿quieres que te confiese un secreto?

ELLA

Uy, por favor, ávida estoy de escucharte.

Ella se echa hacia delante, acercándose a Él, interesada. Él sonríe, esperando a que ella se incorpore, y sitúe su oído cerca de su boca.

ÉL

Pues lo cierto es que nunca me leí El Capital.

Susurrando al oído.
Ella recula, y se le queda mirando a escasos 20 centímetros con cara de sorpresa.

ÉL

                        Ya ves, como lo oyes, no creo que leyera más de diez páginas.

Vuelve a subir el tono, normalizándolo.
Cara sonriente y orgullosa.
Ella sorprendida va retrocediendo sin parar de mirarle a los ojos, hasta apoyar la espalda en el respaldo de la silla.


ELLA

¿Eeeh? Pero cómo que no, y el ladrillo aquel que llevabas bajo el brazo durante la carrera, que parecía una derivación genética de tu axila (risilla, resoplido), una especie de malformación mutagénica (risilla), qué era aquello sino; (resoplido) joder, no sabes lo mucho que nos descojonábamos de ti y de tu libraco, qué bueno (cambio de voz, a presentación circense) ¡Señoras y señores, con todos ustedes el freaki que recibe la energía vital del marxismo leninismo!

Ella hace aspavientos y gesticulaciones exageradas, teatrales, mientras sonríe.
Él la mira con una sonrisa ofendida, esperando a que concluya su actuación.

ELLA

¡Un aplauso para él!,¡Pero eso sí, tengan cuidado y no osen despojarle del materialismo dialéctico sino quieren encontrarse con la personalización del liberalismo económico!, (El tono pasa de entusiasta a deprimido y sarcásticamente tristón) ¡No lo hagan! ¡No permitan que se convierta en lo que es hoy! ¡No permitan que pierda su integridad!

Él sonríe socarronamente y aplaude, mientras ella hace un gesto teatral con las manos en el pecho y una leve genuflexión con la cabeza.

ÉL

Muuuuy bien, si señora, muy bonito, así que va a hablar la acomodada pequeña burguesa con su hipoteca a medias con sus padres, su Volkswagen Golf, sus vacaciones en el Caribe, su votito útil al SOE, y que además aún tiene la desfachatez de mantener su discursito rancio anarquista, muuuy bien, muuuuy bien, perfecto. Bufff (bufido). Qué quieres que te diga,  yo al menos hoy tengo los huevos de reconocerte que jamás entendí ni media palabra de lo que decía Marx, ya ves, y que si sacaba de paseo El Capital era porque formaba parte de una puesta en escena, ni más ni menos ¿pero cómo no os disteis cuenta, por favor?

Tras acercarse a Ella sobre la mesa, vuelve a apoyar la espalda sobre el respaldo de la silla en el momento en que le hace la pregunta, haciendo un gesto de incomprensión con el brazo y la mano. Cuando vuelve a hablar, se incorpora sobre la mesa, acercándose a ella, y moviendo la mano a modo de reprimenda y confesión.

ÉL

Era un puto estandarte ideológico, nada más, como quien lleva una banderita en el cuello del polo o una estrellita roja en la camiseta, para qué nos vamos a engañar; lo llevaba para ligar (énfasis gestual y entonación), para resultar interesante, así de simple, para engañar a todas esas universitarias progres que luego se sentían orgullosas de haber follado con el outsider; qué marxismo ni qué coño (…) haber si lo entiendes de una vez.

Él vuelve a apoyarse en el asiento, abatido.
Silencio durante un par de segundos.

ELLA

(Resoplido) No, siiii, creo que ya, que ya lo entiendo (…) así que para engañar a las universitarias progres (risa decaída), como yo claro.

Él resopla y no dice nada.

ELLA

Joooder, pero si tenías el libro completamente subrayado con notitas y marcas y referencias y no sé que mierdas más.

ÉL

Pues sí, ya ves, simple atrezzo para la puesta en escena.

ELLA

Joder, qué hijo de puta eres; tú te das cuenta de que yo me enamoré de aquel comunista de postín, de aquel tipo raro con su chaqueta con el parche de los Who, con la barba talibán, la melena descuidada y su puto libro sagrado bajo el brazo; ¿te das cuenta? Qué cabronazo eres (sonrisa desesperada), y descubro ahora que siempre fuiste así, que llevas todos estos años interpretando un personaje, ocultándote tras una máscara; joder qué mierda, sí que he tardado en retirar todas las capas de tu disfraz; mira que soy boba, eh; cómo habré permitido que jugaras conmigo de esta manera durante tanto tiempo, joder qué estúpida.

Gestos de abatimiento intercalados con desesperación. Él la mira sin inmutarse, apoyado sobre el respaldo de la silla.

ÉL

Bueno anda, no te hagas la digna por favor, basta de tonterías que no creo que te haya engañado nunca, lo que pasa es que no somos los mismos niñatos idealistas que éramos en la facultad; ni somos lumpenistas ni obreros ni casi proletarios, por mucho que te empeñes en reivindicarlo, se acabó la lucha de clases, se acabó la conciencia obrera, lo que queda es un trabajo de mierda en una empresa de mierda con un contrato de mierda, pues cómo todo Dios en este país, ni más ni menos, a día de hoy somos más explotadores que explotados; ya no somos los mismos, reconócelo, somos seres cambiantes, mutables, transformables.

ELLA

Bueeeno, y esa chorrada, ¿qué es que te ha dado por leer últimamente un manual de física cuántica, o qué?

Ella baja el tono de voz y con cara y entonación de arrepentimiento sarcástico acerca su cara a la de él.

ELLA

Uy, perdona, que igual te he ofendido, que se me había olvidado que tú los libros no los lees, que sólo los muestras (risa).

ÉL

Muy graciosa, sí; puedes decir lo que te dé la gana, pero sabes perfectamente que eres la primera que has cambiado, aunque sólo sea por esa puta ironía que antes no tenías.

Entra la camarera, Él deja de hablar, levanta los ojos, el plano se hace general y enfoca a los tres, a la camarera se le ve mover la boca levemente pero no se oye que diga nada, mientras, recoge las cosas que están sobre la mesa.

EL

Hola, eh, para mí… una caña (duda, su mirada abandona a la camarera para centrarse en Ella), aunque estoy tomando antibióticos, no sé si debería beber alcohol.

ELLA

Yo una Coca-Cola Light.

ÉL

Bueno sí, una caña, pero tráemela doble, de las grandes (…) Gracias.

La camarera se retira y les vuelve a dejar solos.
Él la mira con curiosidad.

ÉL

                        Me dirás ahora por qué has dicho lo de Marx y la plusvalía.

ELLA

¿Lo de Marx? Sí, claro que te lo digo, aunque realmente no tiene nada que ver con la plusvalía en sí, simplemente es que al mirarte mientras jugabas con el teléfono, me vino una especie de revelación, algo así como un descubrimiento de la verdad (Ella levanta los ojos hacia Él con cara de desánimo); no te rías por favor.

Él la mira curioso y sonriendo escépticamente.

ÉL

No, no, lo siento, continúa.

ELLA

Digamos que ahora, mirándote, mientras tú estabas completamente ajeno a mí, me sobrevino la misma sensación que tuve el día que leyendo El Capital descubrí que existía una contradicción en el razonamiento de Marx.

ÉL

¿Una contradicción? ¿Cómo? No te sigo.

ELLA

Sí, podemos llamarle una pequeña contradicción, algo sin apenas importancia que ni mucho menos refutaba el modelo general, al menos en apariencia, algo casi anecdótico, pero que para mí, en aquel momento, ponía en peligro las bases de la teoría marxista; fue una especie de pérdida de confianza en el todopoderoso, una cura de humildad.

Ella sonríe de manera conformista al terminar la frase, mientras Él la mira extrañado.

ÉL

¿Pero cuál es esa contradicción?

ELLA

Qué más da; en verdad la contradicción es lo de menos, lo importante es que haya asociado aquella sensación con lo que he sentido hoy al mirarte. Lo importante es que mientras tú permanecías ajeno, distante, extraviado de mí para siempre, de pronto pude descubrir todas tus pequeñas contradicciones que hasta ahora permanecían latentes, ocultas tras una apariencia de solidez, de estabilidad; y en ese momento fue cuando tuve la misma sensación dual de entonces, me sentí por una parte absolutamente orgullosa al descubrir una verdad hasta ahora oculta, inalcanzable para el resto, pero al mismo tiempo, me vi soportando toda la tristeza del mundo, al saber que el contenido de la revelación ponía en peligro todo aquello en lo que creía, al comprender que esa verdad mandaba a la mierda mi vida entera; hace unos años, cuando leí El Capital, al comprender que el marxismo no era más que una utopía ideológica inalcanzable, y hoy, hace diez minutos, al verme viviendo contigo en la mayor de las mentiras; y, en fin (resoplido), en ambos casos al descubrir que no queda esperanza, que ya no (...)

Ella levanta los ojos y se calla al aparecer la camarera con la bandeja; ésta les sirve un café y un té con leche con un croissant.

ÉL

Gracias.

La camarera les sonríe y se aleja mientras él le da las gracias y Ella permanece callada.
Mientras se echan azúcar y ella se come un cuerno del croissant permanecen en silencio, hasta que él levanta la cabeza y la mira.

ÉL

                        Cuéntame la contradicción.

Ella le mira, mientras come otro trozo de croissant, y sonríe.

ELLA

                        ¿Tu contradicción o la marxista?

Él sonríe.

ÉL

Mejor la marxista, aunque es posible que no la entienda (risa); ya sabes que llevo toda la vida disfrazándome de intelectual, y que en verdad no soy más que un paleto provinciano aburguesado.

ELLA

Creo que en estos momentos no hay nada más digno que ser un paleto provinciano.

ÉL

Uy, no te desvíes, que no es de Mao de quien estamos hablando (risa), sino de Marx, cuéntame de una vez su contradicción.

Tono amable, casi cariñoso.

ELLA

Está bien te lo cuento, aunque tampoco va muy allá, resulta que Marx considera que el valor del trabajo se retribuye en función del valor de los bienes y mercancías que permiten la subsistencia del trabajador, y no en función de lo que aportan al proceso de producción, pero al mismo tiempo reconoce que existe una diferencia salarial entre los obreros cualificados, que son los artesanos especializados, y los peones que carecen de formación; y he ahí la contradicción, ya que …

El plano se vuelve general, enfoca a la mesa con los dos personajes en ambos laterales, cuando suena el teléfono móvil, se ve que Él recoge el teléfono de la mesa, mira la pantalla, Ella mira en dirección al teléfono, se calla, y Él la mira.

ÉL

Perdona, es Miriam, tengo que coger.

Ella resopla.
Él se levanta, y abandona la escena, dejándola a Ella sola, triste y desalentada.
La cámara se va alejando de la mesa, abriendo el campo, hasta que pasa entre las cabezas de una nueva pareja (Uno/Una) que se miran y acercan sus caras de perfil a la cámara.

UNA

¿Esperamos a que vuelva?

UNO

No, mejor que no; seguro que él tarda un rato, y además se me está agotando la imaginación con ellos, ¿empezamos con otros?

UNA

Sí, mejor ¿con quién?

La cámara se alza un poco para dejar ver las mesas del bar, con sus cabezas en la parte baja del plano, mientras ellos miran a su alrededor hasta que Él se queda mirando a la izquierda, detrás de la pareja original, y señala a una nueva pareja (Pijo/Pija), de distinto sexo, con vestuario más selecto, formas más acursiladas y supuesta tonalidad de habla afectada.

UNO

¿Qué tal aquellos dos?

Ella gira la cabeza y mira a la pareja, asiente, y mira a Uno sonriendo.

UNA

Perfecto, un poco de frivolidad no nos viene mal, pero ahora yo hago de él.

UNO

Hecho.

Uno sonríe, acerca su cara a la de Una, le besa en la boca y se reincorpora mirando a la nueva pareja de pijos.
En esos momentos Pijo acaba de beber un sorbo de lo que se supone es una infusión, y hace un gesto de contrariedad.

UNO

Empiezas.


UNA

Este té no está nada bueno.

Tono acursilado. Ambos miran a la pareja.

UNO

¿Por qué? A qué sabe.

Tono acursilado.
La cámara se va alejando lentamente y las voces se van atenuando, mezclándose con el sonido ambiente.

UNA

No sé, muy mal, como el té aquel horroroso que nos pusieron en Marrakech ¿te acuerdas? Que parecía que lo habían hecho con agua podrida.

UNO

Dios, sí, ¡que asco, qué ganas de vomitar! Dile a la camarera que te lo cambie.

UNA

Sí, pues claro que se lo voy a decir, porque esto está intragable.

La pantalla se va fundiendo en negro, mientras que el sonido de ambiente se atenúa entrando gradualmente el tema de Astor Piazzola (Adiós Nonino) en la versión de polifonías vocales de Buenos Aires 8.
Cuando la pantalla se funde completamente en negro aparece el título del corto: “Ventrílocuos”, fundiéndose a los pocos segundos y comenzando los créditos finales.


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